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Vergüenza y baja autoestima: cómo entenderlas desde la psicología.

¿Alguna vez has repetido mentalmente una y otra vez una escena donde sentiste vergüenza? La vergüenza nos acompaña desde que somos muy pequeños, incluso antes de tener palabras para describirla. En este artículo te contaré por qué sentimos vergüenza, cómo se origina y qué puedes hacer para que no dirija tu vida. Pero si quieres profundizar y entenderla desde dentro, te invito a escuchar el episodio completo del podcast (enlace al final 👇).


🌱 ¿Qué es realmente la vergüenza?

La vergüenza es una emoción preverbal: aparece incluso antes de aprender a hablar.
Desde bebés somos capaces de captar las señales de aprobación o desaprobación de quienes nos cuidan. Una mirada de rechazo, un tono serio o el simple hecho de ser ignorados pueden despertar esa sensación interna de “hay algo en mí que no está bien”.

Con el tiempo, esa emoción se va entrelazando con nuestra identidad y nuestra forma de estar en el mundo. Aprendemos —a veces sin darnos cuenta— qué partes de nosotros son aceptadas y cuáles es mejor ocultar.


Vergüenza saludable vs. vergüenza tóxica

La vergüenza, en su justa medida, no es nuestra enemiga. Su función es avisarnos de que estamos mostrando algo íntimo en un entorno público, ayudándonos a cuidar nuestros límites y a no dejarnos expuestos innecesariamente. El problema surge cuando la vergüenza deja de ser una alerta puntual y se convierte en una identidad: cuando empezamos a vivir desde el miedo constante a ser rechazados. Esa es la vergüenza tóxica, la que nos lleva a callar, disimular o escondernos para ocultarnos y pasar desapercibidos.


👶 Cómo aprendemos a sentir vergüenza

Desde la infancia, aprendemos qué comportamientos “están bien” y cuáles no observando las reacciones de nuestros cuidadores. En esas edades lo que nos digan tiene muchísima influencia en nosotros ya que estamos descubriendo cómo es el mundo, cómo son las normas sociales, cómo somos nosotros Si de niños fuimos ridiculizados, ignorados o avergonzados con frecuencia, es probable que hayamos interiorizado la idea de que mostrar quién somos puede ser peligroso. Por ejemplo, si un niño baila alegremente y su padre —que arrastra su propia vergüenza— lo frena con un “eso no lo hacen los chicos”, el mensaje que recibe es claro: “algo en mí está mal”. Así comenzamos a construir máscaras para protegernos.


Cuando la vergüenza se vuelve una forma de vida

Las personas que han sido humilladas o rechazadas con frecuencia suelen desarrollar creencias muy duras sobre sí mismas:

  • “Soy defectuoso/a.”
  • “Debo esconder lo que soy.”
  • “Los demás no olvidarán mis errores.”

El precio de vivir así es alto: dejamos de mostrarnos espontáneos, auténticos y vulnerables. En su lugar, adoptamos un papel rígido para no volver a sentirnos expuestos. Pero esa represión termina generando sufrimiento, ansiedad y desconexión interior.


¿Cómo empezar a trabajar la vergüenza?

Sanar la vergüenza lleva tiempo y profundidad. Aquí algunos pasos que pueden ayudarte a iniciar el camino:

  1. Terapia psicológica: un espacio seguro donde revisar experiencias de rechazo y cuestionar muchas conclusiones injustas a las que llegaste sobre ti misma/o.
  2. Reconcíliate con la emoción: no luches contra ella; como hemos dicho, la vergüenza es una emoción humana y sentirla no te hace inferior al resto.
  3. Restar importancia a nuestros errores: las personas no piensan tanto en nosotros como imaginamos; si te has rodeado de personas muy exigentes que te han señalado cualquier error puedes pensar que así funcionan todas las personas pero nada más leos de la realidad. La idea es que repares tu error (si es posible) y te disculpes si es necesario, nada más (ni que te machaques ni escondas).
  4. Cuida tu entorno: rodéate de personas con las que puedas ser tú. Hay personas que por circunstancias es muy difícilsacarlas de tu vida”, pero intenta alejarte emocionalmente de ellas.
  5. Trabaja la autoestima: cuanto más amor propio, menos poder tiene la vergüenza. Si empezamos a entender que, si bien la autocrítica es necesaria, los errores no nos definen, viviremos mucho más aliviad@s.
  6. Acepta la vulnerabilidad: mostrarnos humanos es parte de vivir con honestidad y naturalidad. Hay mucha presión en mostrarnos siempre fuertes, valientes y preparados para cualquier cosa. Es mucho más saludable y revolucionario admitir que hay cosas que nos alteran, nos cuestan o nos suponen un reto físico, emocional, laboral o personal
  7. Usa el humor: reírnos de nuestros errores es una forma de libertad.

🎧 Escucha el episodio completo

En este episodio de #atusaludmentalpodcast profundizo en qué es exactamente la vergüenza, cómo se forma, y cómo puedes sanar la relación con ella para vivir con más libertad y menos miedo al juicio.

👉 Escúchalo aquí:

Espero que este artículo te haya aportado 🙂

Un abrazo,

Natalia de A tu Salud Mental.

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